Opinión | La «indecente precariedad» clama al cielo

Milagros Villamarín | Responsable de Compromiso y Relaciones Internacionales de la HOAC y miembro de Iglesia por el Trabajo Decente. Publicado en la revista Somos CONFER (pdf) y en Vida Nueva.

El Primero de Mayo, fiesta de san José obrero, y Día internacional de los trabajadores y las trabajadoras, se ha convertido en cita ineludible para la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD). Por segundo año consecutivo, llama a movilizarse y celebrar, a debatir y orar, en este 2019, contra la «indecente precariedad» que dificulta la vida digna para tantas personas y familias trabajadoras.

El trabajo decente no solo garantiza ingresos suficientes, sino que permite el crecimiento personal, la contribución al bien común y el avance de la sociedad. De ahí que se haya convertido en uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Nacionales Unidas, así como en el principal reclamo de las personas y familias trabajadoras, y por supuesto, en una preocupación constante para toda la Iglesia. No hay justicia social sin trabajo decente.

Precisamente la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al cumplir los 100 años de existencia, impulsa un debate a escala global para determinar los mecanismos y medias que permitan que el trabajo en el futuro, marcado por la disrupción tecnológica, el calentamiento del planeta y los cambios en la consideración del empleo, siga siendo la clave de la justicia social.

En España falta trabajo decente y sobra precariedad. El paro, la pobreza laboral, la temporalidad, las formas de trabajo atípicas, los ajustes de plantilla, la externalización de empleos, las jornadas incompatibles con la conciliación y los riesgos para la salud y seguridad siguen caracterizando las relaciones laborales. El trabajo ha dejado de ser garantía para salir de la trampa de la vulnerabilidad y la pobreza.

La precariedad en el empleo no es la solución a la pobreza y la desigualdad, sino que se ha convertido en un factor que agrava los problemas personales, familiares y sociales. Es difícil mirar al futuro, con condiciones de trabajo cambiantes, fluctuantes y, a veces, hasta arbitrarias e inhumanas. La precariedad mina la esperanza, debilita la dignidad.

La comunidad cristiana no puede ser insensible a esta dolorosa realidad. «A nadie le está permitido violar impunemente la dignidad humana, de la que Dios mismo dispone con gran reverencia; ni ponerle trabas en la marcha hacia su perfeccionamiento», decía León XIII. Por eso, ITD insiste en denunciar la «indecente precariedad» como contraria al sueño de Dios y defiende la concepción del trabajo como «una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal» (Laudato si’ 128).

Las entidades agrupadas en ITD quieren que la promoción del trabajo decente sea una prioridad para la sociedad civil, y también para todas las comunidades cristianas, por lo que llama a empeñarse en poner a la persona y sus necesidades en el centro de la política económico, fortalecer el diálogo social para mejorar las condiciones de trabajo dignas para todas las personas, reconocer los trabajos de cuidados, salvaguardar la salud e integridad en el empleo y atender a las personas en situación de precariedad para que puedan ser protagonistas de su promoción integral a través del empleo con derechos.

El 1º de Mayo, ITD se sumará a las movilizaciones sindicales allí donde las coordinadoras diocesanas así lo decidan para gritar contra la “indecente precariedad”, convocará actividades de denuncia y anuncio, y organizará vigilias, eucaristía y encuentros para promover el trabajo decente y alentar compromisos concretos de empleadores y trabajadores a favor de condiciones más humanas de trabajo, de iniciativas empresariales comprometidas con sus comunidades y de procesos de integración a través del empleo decente.

***

1 comentario en «Opinión | La «indecente precariedad» clama al cielo»

Los comentarios están cerrados.