Cartas pastorales sobre precariedad laboral, trabajo y descanso

Reduzcamos la precariedad laboral

✠ Cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona.

(…) La clave es escuchar y acompañar. Solo así podremos ayudar a nuestros hermanos a redescubrir su potencial para que puedan encontrar una solución a su situación. Queremos, con la ayuda de Dios, ser pequeños puntos de luz en medio de la niebla.

Se puede revertir esta situación, pero para ello es muy necesario llegar a ser plenamente conscientes del sufrimiento de muchos de nuestros vecinos; experimentar en nuestra carne su dolor y su angustia. Si todos nos implicamos, podremos dar la vuelta a esta situación y hacer que el trabajo precario sea más digno y decente. San Juan Pablo II nos decía: «El trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la tierra» (Laborem Exercens 4).

Queridos hermanos, el trabajo es esencial para las personas, nos permite sobrevivir y mantener a la familia, realizarnos, desarrollar nuestras capacidades y contribuir al bien común de la sociedad. Entre todos, podemos reducir la precariedad laboral.

 

Trabajo y descanso

✠ Cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid.

(…) El descanso festivo es un derecho, conseguido a veces después de una larga lucha social. Por esto, las autoridades públicas tienen el deber de vigilar para que los ciudadanos no se vean privados, por motivos de productividad económica, de un tiempo destinado al descanso.

(…) Hay muchos que no pueden tomar un tiempo de vacaciones porque no tienen trabajo estable. No podemos olvidar esta relación entre trabajo y descanso en nuestra sociedad en la que la tasa de desempleo es tan alta sobre todo en los jóvenes; e incluso donde el trabajo es precario o remunerado insuficientemente para cubrir las necesidades a veces más elementales. El trabajo es un derecho fundamental para el bien del hombre, y ser reconocido en su dignidad personal, para contribuir al bien común, para ganarse el pan laboriosamente y para mantener a la familia no sólo como resultado de la beneficencia. El trabajo da libertad y serenidad para contemplar el presente y el futuro. La paz justa social depende también de que el derecho básico al trabajo sea respetado y promovido.