Con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente del 7 de octubre, el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) renueva su compromiso con esta convocatoria, promovida por las organizaciones sindicales mundiales y los movimientos y entidades de inspiración católica, con el siguiente mensaje elaborado en esta ocasión por la HOAC:
Según la OIT en 2018 la mayoría de los 3300 millones de personas empleadas en el mundo sufrieron déficits de bienestar material, de seguridad económica y de igualdad de oportunidades, y carecieron de margen suficiente de desarrollo humano. En 2016, el 61 por ciento de la población activa mundial estaba en el empleo informal. En 2018 más de una cuarta parte de los trabajadores de países de ingreso bajo y mediano bajo vivían en situación de pobreza extrema o de pobreza moderada. Igualmente había 172 millones de personas desempleadas en el mundo (tasa desempleo 5%). Las previsiones para 2020 son de 174 millones de personas desempleadas.
Para la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), el trabajo es un derecho fundamental de toda persona, es un bien y todos tienen derecho a un trabajo digno. La DSI defiende la primacía del trabajo sobre el capital como un principio fundamental. Los derechos de los trabajadores y trabajadoras, y de sus familias, son el criterio desde el que habría que organizar el trabajo humano, las condiciones en que se realiza y, en realidad, toda la economía.
El trabajo es un valor personal. Es siempre la actividad de una persona que puede realizarse mediante su trabajo. Es fundamental que se reconozca y promueva el protagonismo de la persona que trabaja.
El trabajo es un valor social por el mero hecho de que la persona no es un individuo aislado. El trabajo es un ámbito básico del servicio a los demás con lo que el trabajo produce, es ámbito adecuado de intercambio de las distintas cualidades y capacidades de las personas, de relaciones humanas, etc.
El trabajo es también un valor familiar. Para la DSI este debe ser uno de los puntos de atención más importantes a la hora de determinar cómo debe ser el trabajo, pues debe posibilitar la vida familiar.
Asociados al trabajo decente, existen una serie de derechos personales, familiares y sociales irrenunciables para construir sociedades humanas:
■ Derecho al trabajo y a una justa remuneración por el mismo.
■ Derecho a condiciones dignas de trabajo y a ambientes de trabajo que no atenten contra la vida del trabajador.
■ Derecho a la salvaguarda de la propia personalidad en el lugar de trabajo.
■ Derecho al descanso.
■ Derecho de reunión y asociación.
■ Derecho a prestaciones sociales.
■ Derecho a negociación colectiva y a huelga.
■ Derecho a la participación en la propiedad de la empresa.
■ Derecho a la participación en la organización del trabajo.
Estos derechos llevan asociados una responsabilidad personal, social y del Estado. Para superar la violación de los derechos asociados al trabajo, solo hay un camino: reconocer la primacía de las personas sobre las cosas, del trabajo sobre el capital. Reconocer esto, exige una nueva racionalidad política que ponga a los Estados a organizar la sociedad en función de servir a los trabajadores más empobrecidos, a la justicia y a todos los ciudadanos. Esta racionalidad política necesita:
Ciudadanos concienciados. Que sean capaces de desprenderse de los valores neoliberales alimentados por el capital, desarrollando la fraternidad. Esta preocupación y compasión por nuestros hermanos más necesitados, es lo que de verdad nos humaniza.
Unos Estados e Instituciones que orienten los recursos económicos al servicio de los empobrecidos y del trabajo decente. Hay riqueza suficiente para realizar esto. Según algunos expertos, aplicando una tasa de un 0,2% sobre el total de las transacciones financieras mundiales se financiaría la totalidad del gasto público mundial, prácticamente sin necesitar más impuestos.
El MMTC, en este 7 de octubre, exige este compromiso a los Estados y a las instituciones que nos gobiernan para construir sociedades verdaderamente humanas, donde los bienes y las riquezas generadas estén al servicio del bien común. A ello va encaminada la actividad de todos los movimientos que formamos parte del MMTC.
Animamos a todos los ciudadanos y trabajadores a que secunde en cada país la exigencia de un trabajo decente para todas y todos en este 7 de octubre.
El trabajo es para la vida, para el desarrollo de nuestra humanidad.
ORACIÓN PARA EL 7 DE OCTUBRE DE 2019
Señor Dios, Tú que nos has confiado la tierra para hacerla habitable.
Tú que quieres notar la felicidad, por el trabajo,
Mira el estado del mundo y nuestras condiciones de trabajo, mira nuestras alegrías y penas.
Ustedes saben, queremos un trabajo decente, es decir, que sea satisfactorio, respetuoso de nuestra salud y que valore todo nuestro ser; y desafortunadamente, muy a menudo, trabajamos en contra de nuestra voluntad. Los horarios escalonados, el ambiente entre colegas o con la dirección, los retornos impuestos…. ¡todo esto nos hace sentir mal por vivir!
Señor Dios, también sabemos, gracias a tu Hijo Jesús, que tú eres un Dios de Amor y que cuidas de todos los que sufren y trabajan, que son explotados o aplastados.
A través de la parábola de los «obreros de la hora 11», (San Mateo, en el capítulo 20) nos dejas un mensaje importante: a los obreros que han soportado el peso del día, como a los que han venido en el último momento, repites que lo esencial no está en el salario, aunque sea necesario para vivir. Nos dices que lo más importante es:
– El reconocimiento de la persona humana y del trabajo bien hecho.
– La alegría que nuestra participación en Tu creación nos trae.
– El compromiso de hacer realidad tu Reino de Justicia y Paz.
El Señor nos ayuda a cada uno de nosotros, y ayuda a los líderes políticos y económicos de este mundo para que juntos podamos crear las condiciones para el trabajo decente!
Señor, abre los corazones de todos para que el trabajo decente no esté reservado a una élite, o a una categoría de trabajadores, o a países económicamente fuertes, sino que sea una realidad o un proyecto para todos los trabajadores de todos los países.
Te lo pedimos con toda la fuerza de nuestra Fe y Esperanza. Amén!