En esta Jornada Mundial por el Trabajo Decente, las organizaciones de Iglesia: Cáritas, CONFER, HOAC, Justicia y Paz, Juventud Estudiante Católica y Juventud Obrera Cristina, renovamos nuestro compromiso de seguir construyendo y exigiendo una sociedad que defiende el trabajo decente.
Y ¿por qué? Porque:
– El trabajo decente es la expresión de la dignidad esencial de los hombres y de las mujeres.
– Un trabajo decente asocia a los trabajadores y a las trabajadoras al desarrollo de su comunidad.
– El trabajo decente evita la discriminación, respetando a todos y todas.
– Un trabajo decente genera ingresos justos.
– El trabajo decente es seguridad en el lugar de trabajo, permite satisfacer las necesidades de las familias y asegura su protección social.
– Un trabajo decente defiende que trabajadores y trabajadoras se organicen libremente para hacer oír su voz.
– El trabajo decente deja espacio para reencontrarse con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual.
– Un trabajo decente permite el desarrollo personal y la integración social.
– El trabajo decente asegura una condición digna a los trabajadores y las trabajadoras que llegan a la jubilación.
Por todo esto, el trabajo decente debe estar en la agenda política, en las agendas de las entidades sociales y empresariales, en nuestras agendas personales… y también en las propuestas de nuestra Iglesia. Hoy reafirmamos nuestro compromiso en la defensa del trabajo decente y queremos animar a los responsables en el Gobierno, a los sindicatos, organizaciones sociales, organizaciones empresariales y vecinos y vecinas de nuestros barrios a colaborar para:
– Poner en el centro a la persona, rompiendo la actual lógica de pensar y organizar el trabajo desde lo económico y los intereses de unos pocos.
– Plantear el sentido y el valor del trabajo más allá del empleo: Distribuir de manera justa y digna el empleo y reconocer socialmente todos los trabajos de cuidados, necesarios para el desarrollo de la vida.
– Luchar por condiciones dignas de empleo: Sin la lucha por la afirmación de los derechos de las personas en el empleo no es posible humanizar el trabajo.
– Articular de forma humanizadora el trabajo y el descanso.
– Luchar para que el acceso a DDHH como sanidad, vivienda, educación, etc. no esté condicionado a tener un empleo.
Toda sociedad está llamada a visibilizar y denunciar, a través de todos los medios al alcance, la situación de desigualdad en el acceso al trabajo decente y la negación de dignidad que esto supone. Todos y todas podemos hacer algo desde nuestras organizaciones y lugares de compromiso.