Opinión | ¿Es mi trabajo saludable?

Raquel Mena, responsable de Economía de la Juventud Estudiante Católica (JEC), en representación de Iglesia por el Trabajo Decente. Publicado en Religión Digital.

Como cada año el 7 de octubre, Iglesia por el trabajo decente escucha y promueve la llamada de todas aquellas personas que, en nombre del trabajo decente, salen a recorrer las calles de su ciudad, oran porque se logre el trabajo decente o realizan cualquier otra actividad para lograr este fin.

Sin trabajo, la vida no parece viable. Es algo que nos configura como personas y construye la sociedad. Sin embargo, hoy es algo tan mal entendido y maltratado que se enfrenta a grandes dificultades para cumplir con su más alta aspiración: servir a la vida. En términos generales se sabe que tener trabajo es mejor para la salud que no tenerlo. Sin embargo, determinadas condiciones de empleo (temporal, inestable, precario, etc.) pueden tener repercusiones sobre la salud y el bienestar de las personas trabajadoras, al igual que otros factores como la organización social del trabajo, los estilos de gestión o las relaciones sociales en el lugar de trabajo.

El trabajo ha quedado reducido a una variable económica, al empleo remunerado. Pero no es una simple mercancía, un recurso cualquiera. Es capacidad de la persona, es algo propio y constitutivo del ser humano. Para la Iglesia es un bien que debe ser defendido de concepciones reduccionistas, promovido y protegido por las instancias políticas y la sociedad civil. Las personas trabajadoras con empleos de menor estatus refieren peor estado de salud autopercibida y mayores problemas de salud.

El capitalismo reduce el trabajo a su dimensión económica, despojándolo de otras dimensiones fundamentales. Solo le interesa la dimensión monetaria del empleo. Desprecia su verdadero sentido y valor para el ser humano y para la vida social. Las profesiones de menor nivel socioeconómico y, por tanto, más desaventajadas, tienen más riesgo de estar expuestas a condiciones adversas y estresantes (exposición a ciertos riesgos presentes en los lugares de trabajo, entre los cuales destacan la exposición a contaminantes, productos químicos o biológicos que ponen en riesgo la salud de los trabajadores, especialmente la de aquellos expuestos por largos periodos de tiempo).

“Pero lamentablemente el trabajo es a menudo rehén de la injusticia social y, más que ser un medio de humanización, se convierte en una periferia existencial” (Papa Francisco, 2022)[1]

Quizás estas palabras nos suenen vacías, las sintamos lejos, o simplemente no nos hemos parado a reflexionar sobre en ellas en el ajetreado día a día del ser trabajador. Pero para mejorar nuestro trabajo y nuestra salud laboral, es necesario que nos preguntemos: ¿son mis condiciones de trabajo adecuadas? Si sufres algo como enfermedades osteomusculares, estrés, depresión o ansiedad, enfermedades respiratorias crónicas, asma, enfermedades por radiaciones, enfermedades cardiovasculares, dolor de cabeza, fatiga visual, etc., producido por una larga lista de factores de riesgo laboral: químicos, físicos, psicosociales, la respuesta es NO.

Detente por un segundo en el factor más común, el estrés. La evidencia demuestra que el estrés en el lugar de trabajo es una de las principales causas que contribuyen a marcar esas grandes diferencias de la salud y el absentismo laboral, e incluso de la muerte prematura. Perece grave verdad, sin embargo, sufrir estrés laboral es casi tan natural hoy en día como desayunar por la mañana.

El papa Francisco, en una alocución a mutilados e inválidos del trabajo, invitaba a impulsar una nueva cultura del trabajo, que no puede prescindir de un marco legislativo más adecuado que satisfaga las necesidades reales de los trabajadores, así como de una sensibilidad social más profunda sobre el problema de la protección de la salud y la seguridad, sin la cual las leyes seguirían siendo papel mojado”.

De repente salud y trabajo parecen dos ramas del mismo árbol ¿verdad? En Iglesia por el Trabajo Decente queremos dedicar esta Jornada Mundial por el Trabajo Decente a reivindicar este derecho fundamental, el trabajo de decente ha de ser un trabajo saludable.


[1]  Audiencia General del papa Francisco, 12 de enero de 2022