“Las mujeres están más golpeadas por el desempleo, la brecha salarial, la temporalidad, la parcialidad, y su participación en la toma de decisiones de las empresas sigue siendo inferior”[1].
Las organizaciones que formamos parte de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), denunciamos la situación de desigualdad que continúan sufriendo las mujeres y hoy más que nunca reclamamos un trabajo que suponga que mujeres y hombres trabajamos en igualdad, dignidad, libertad y seguridad: “Por ti, por mi trabajo decente”
Los cuidados como pilar invisible. El 8 de marzo es un recordatorio constante de la lucha incansable de las mujeres por la igualdad, la justicia y el reconocimiento en todos los ámbitos. Un aspecto fundamental es el papel en los cuidados que tradicionalmente les ha sido asignado a las mujeres y que sigue sin valorarse ni reconocerse. Creemos que es imperativo que reflexionemos sobre la necesidad de reconocer y redistribuir equitativamente la carga de los cuidados. Reclamamos políticas que respalden la conciliación laboral y medidas que fomenten la igualdad en el hogar y en el trabajo.
Bien común. Cuando las mujeres tienen igualdad de acceso y oportunidades en el ámbito laboral, no solo las beneficia a ellas individualmente, sino que también contribuye al bienestar general de la sociedad. Los estudios demuestran que la diversidad en el lugar de trabajo no solo es ética, sino también económicamente rentable. Las empresas y organizaciones con liderazgo diverso tienden a ser más innovadoras y resilientes. Por lo tanto, exigimos invertir en la igualdad como acto de justicia social y estrategia inteligente para promover el bien común[2]. La brecha salarial sigue siendo un claro exponente de desigualdad, situándose en el 18,7%[3].
La importancia de la Educación. En la educación también existe la brecha de género. Las mujeres suelen estar vinculadas a estudios académicos o formación relacionada con los cuidados, como son la enfermería, el apoyo doméstico, la limpieza, la educación… Además, las mujeres que se encuentran en ámbitos lógico-matemáticos como son ingenierías, etc., en muchas ocasiones tienen que demostrar que son personas válidas y que merecen estar ahí. Por esto, reclamamos que se fomenten las capacidades de cada persona, el acceso igualitario a una educación de calidad, desde la educación primaria hasta la formación profesional y universitaria, sin importar el género, como paso crítico para romper los ciclos de pobreza y desigualdad.
Para lograr avances significativos, es esencial que los gobiernos, las empresas y la sociedad colaboren en la implementación de políticas y prácticas que promuevan la igualdad. Solo entonces podremos alcanzar un futuro donde cada mujer, sin importar su origen o circunstancias, tenga la oportunidad de desarrollarse plenamente y contribuir al bien común.
El papel de la mujer en la Iglesia. ITD se suma a la reivindicación de un grupo cada vez más numeroso de mujeres cristianas, que desde el movimiento “Revuelta de Mujeres en la Iglesia” vienen exigiendo cambios profundos: «Nosotras no es que seamos mujeres que se han ido de la Iglesia, no, no. Somos mujeres con un compromiso activo dentro de ella, pero reivindicamos tener voz y voto en las estructuras de la Iglesia e incrementar la participación en la toma de decisiones»[4].
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[1] Observatorio de Igualdad y Empleo (OIE)
[2] Diversidad y Liderazgo: Un binomio clave que hay que reforzar
[3] OIE – Observatorio Igualdad y empleo
[4] Pepa Torres, teóloga. Celebración del 8 de marzo en 2023, vía El Confidencial
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3 comentarios en «Manifiesto de ITD para el Día Internacional de la Mujer de 2024»
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